Hoy descubrí que nada de lo que veo me pertenece, no soy de
nadie, nadie me pertenece, estamos conectados todos de alguna manera y somos
independientes del otro, sin embargo tenemos el deseo, inclusive la necesidad
humana de estar con los demás, de relacionarnos, de caminar juntos, aunque no
siempre en el mismo camino, es decir no estamos anclados a nada ni a nadie, las
dependencias de cualquier tipo suelen ser obstáculos que hay que detectar y
aprender a soltar, en realidad no perdemos nada, porque simplemente nada esta
ganado, todo conlleva un final, nada es eterno, todo cambia, la forma de pensar
cambia, los sentimientos nunca serán los mismos del día anterior, nada es estático,
por eso a veces creemos que hemos encontrado lo que buscamos y de un momento a
otro cambiamos de opinión, la emocionalidad nos cambia y pasamos de un estado a otro, los
seres humanos somos algo complejos, tratamos de buscar lo que en realidad
llevamos dentro, pretendemos buscar eso que llamamos Amor, en los demás seres,
en los demás objetos de apego, tratamos de proyectar esa búsqueda de amor al
buscarlo en los demás, siendo que lo llevamos dentro de nosotros mismos, quien
mejor que uno mismo para satisfacer ese deseo de ser amado, la necesidad de
serlo, a veces se convierte en una carga muy pesada, ya que se puede volver un apego negativo, y en cierta
manera será muy complejo ser amado con la intensidad, forma e inclusive
exigencias con las que el ser humano anhela serlo.
Y si el amor empieza
por amarse a uno mismo, también hay que aprender o educar emocionalmente un
sano amor hacia uno mismo.
Buscamos amor y lo tenemos frente al espejo.
Diana
Jaramillo.