martes, 22 de mayo de 2012


Hoy descubrí que nada de lo que veo me pertenece, no soy de nadie, nadie me pertenece, estamos conectados todos de alguna manera y somos independientes del otro, sin embargo tenemos el deseo, inclusive la necesidad humana de estar con los demás, de relacionarnos, de caminar juntos, aunque no siempre en el mismo camino, es decir no estamos anclados a nada ni a nadie, las dependencias de cualquier tipo suelen ser obstáculos que hay que detectar y aprender a soltar, en realidad no perdemos nada, porque simplemente nada esta ganado, todo conlleva un final, nada es eterno, todo cambia, la forma de pensar cambia, los sentimientos nunca serán los mismos del día anterior, nada es estático, por eso a veces creemos que hemos encontrado lo que buscamos y de un momento a otro cambiamos de opinión, la emocionalidad  nos cambia y pasamos de un estado a otro, los seres humanos somos algo complejos, tratamos de buscar lo que en realidad llevamos dentro, pretendemos buscar eso que llamamos Amor, en los demás seres, en los demás objetos de apego, tratamos de proyectar esa búsqueda de amor al buscarlo en los demás, siendo que lo llevamos dentro de nosotros mismos, quien mejor que uno mismo para satisfacer ese deseo de ser amado, la necesidad de serlo, a veces se convierte en una carga muy pesada, ya que  se puede volver un apego negativo, y en cierta manera será muy complejo ser amado con la intensidad, forma e inclusive exigencias con las que el ser humano anhela serlo.

Y si el amor empieza por amarse a uno mismo, también hay que aprender o educar emocionalmente un sano amor hacia uno mismo.
Buscamos amor y lo tenemos frente al espejo.

Diana 
         Jaramillo.